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Tips & Entrenamiento para Locutores

Después de una instrucción permanente, una actualización noticiosa y una íntima amistad con el diccionario, toda persona que desee ser un buen locutor deberá hacer ejercicios graduales pero constantes.
Para el efecto, es importante atender algunas recomendaciones que le serán de gran utilidad para el dominio del lenguaje oral.

Descubra sus defectos

La autocrítica es el primer paso de la superación. El oído será el mejor juez de su voz y de su dicción. Tome una grabadora y registre tres minutos de lectura de noticias, tres minutos de lectura de un libro, tres minutos de charla improvisada sobre cualquier tema, dos minutos de narración imaginaria (puede ser deportiva, dos minutos de animación de un espectáculo artístico supuesto, un poema y una canción.
Al grabar y al escucharse descubrirá lo esencial: dónde están sus mayores dificultades, dónde se oye mal.
¡Vamos a superar esas fallas! (Guarde esa grabación como un recuerdo).
Pero, por favor, tenga mucha PACIENCIA. No se hace locutor en un día.

Ejecicios de respiración
Lo primero, es la sugerencia de cambiar la idea de no tengo buena voz por no sé respirar correctamente. El aire es la materia prima de la fonación
¿Se cansa al leer mucho en alta voz?
¿Su voz es débil?
¿Le sale temblorosa, le falta firmeza?
Quizás le falte el aire. La única solución a estas deficiencias está en aprender a respirar correctamente.
La respiración correcta se denomina DIAFRAGMÁTICA o COSTODIAFRAGMÁTICA, porque depositando el aire en el abdomen se logra que el músculo diafragma sea el soporte y la catapulta del aire que hará vibrar sus cuerdas vocales.
Aspire profundamente y mida el tiempo que puede leer hasta necesitar aire nuevamente, o, también, prolongue una vocal (Ej. aaaaaaaaaaaaaaaaaa … ) y cronometre su duración hasta que se quede sin aire. Probablemente serán
10, 15 o 20 segundos los que duró su aire.
Esto quiere decir que no entró suficiente aire porque no hemos acostumbrado a nuestro reservorio (músculos abdominales y pulmones), a acumularlo.
A esta falta de costumbre o de ejercicio, se debe que cuando aspiramos profundamente en un campo abierto tenemos sensación de ahogo.
Entonces, entrenemos nuestro pecho para la respiración abdominal.

🙂